12.2.11

O cão cego


Para quem gosta de Ricardo Piglia: no Babelia de hoje, um dos trechos de Notas de um diário.

Lunes
No tiene objeto seguir, dijo mi madre. Ninguna resignación. No tiene objeto. Como si ella pudiera decidir el momento. La casa de los abuelos tenía su nombre y su nombre fue lo primero que aprendí a leer. "Ida, ¿ves?", decía ella y me señalaba las letras en el portal. Llevaba un vestido azul. Su imagen en el recuerdo es más nítida que la luz de esta lámpara. Siempre estaba alegre. Al final leves delirios, divagaba. Preguntó ¿Qué dice usted? y sonrió, antes de morir. Y yo no estaba ahí. Oh, madre...

Miércoles
Tengo que llamar a mi madre, pienso de pronto. Pensamientos sueltos, pesadillas. (Sueño que soy un perro ciego. Pequeños movimientos aterrados, el hocico en el aire).

Domingo
El Gato Barbieri tocó anoche en Blue Note. Mucha gente, todo muy íntimo. No lo escuchaba desde el 77 cuando lo vi en un concierto en San Diego en el que presentó Ruby Ruby. Quiero hacer con algunos amigos un documental sobre el jazz en Buenos Aires. El Gato en los orígenes del free jazz; a mediados de los 60 grabó Symphony for Improvisers, pura improvisación casi sin standard. Steve Lacy se quedó varado y sin plata en Buenos Aires en 1965 o 66 y tocó en Jamaica, donde también tocaban Salgán y De Lio. Me acuerdo que fuimos a escucharlo con Néstor Sánchez que en aquel tiempo quería llevar la improvisación a la prosa: Siberia Blues. Curiosamente, en literatura el jazz siempre estuvo ligado al estilo oral (Kerouac, Borís Vian, Cortázar, etcétera).

(Continuação aqui.)
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